Y Tragalunas miraba
la luna, la blanca luna, en una noche de marzo cuando la primavera era obertura
de la sinfonía de las flores. Y Tragalunas en la orilla miraba su barca. Y
Tragalunas se embarcaba en el infinito de las estrellas, miraba el océano como
padre de su condición y admiraba las ballenas como canto a su razón. Y
Tragalunas no tenia ganas de trabajar, de pescar para su vida diaria.
Tragalunas observaba fijamente el cosmos, esa vía láctea enredada en sus ojos
claros. Su frente era seña de la sal y
algas. Su canto se condicionaba al canto apenado de los cetáceos. Si,
Tragalunas estaba triste aunque la mar lo amaba, lo quería como parte de
ella. Su vieja barca danzaba al son de la
marea, esa marea respetada en un mutuo acuerdo en el ayer. Y Tragalunas por
momentos se sentía feliz. Una felicidad ausente en otros. Su contemplación, su
amor por el océano lo conquistaba. Pero la desdicha también se arrinconaba en
él. Estaba solo en una sociedad donde el refugio de la tecnología y las prisas
lo dejaban invisible. No, su labor no era valorada. No más que un simple
pescador. Un simple marinero de madrugadas gélidas. Había entregado su entereza
al mar y por ella suspiraba. Y hoy mitigando su profundo firmamento complacido
se mostraba dichoso pero a la vez un llanto reventaba su estómago, estaba solo.
Tragalunas en las corrientes del aislamiento es voz del silencio de sus manos,
gruesas, trabajadoras, deformadas en el paso de las estaciones. Y Tragalunas
saludó a una pardela que se poso en su barca, ya conocida durante en el
transcurso de la oscuridad, de las noches donde Tragalunas salía con su barca a
pescar. Se miraron fijamente. Una comunicación se enervo en el sentido del callar
cuyo significado implicaba la calma de estos dos seres. Supo de la cura de esta
sociedad. Supo que el amor nunca le llegaría. Supo que su vida era prodigiosa.
Supo de su pasión por ese destierro donde las ballenas cantan. Supo del
sufrimiento que cruzan ese mar al encuentro de la esperanza, de la paz. Supo
que el era parte de él y no le importaba. Un hombre donde la profundidad de su
voz resonaban las caracolas.
DUNIA SÁNCHEZ PADRÓN ©2007-2024
Este blog esta bajo los derecho de autor para cualquier información laguna198@hotmail.com Lo escrito son ideas primigenias que después se han corregir y alterar.
martes, marzo 26, 2024
TRAGALUNAS
domingo, marzo 24, 2024
jueves, marzo 21, 2024
DICEN...
Dicen que llega la primavera.
Dicen que los cuerpos despiertan de un dormitar en los sueños. Dicen que el
querer conversa con las estrellas. Dicen que las cumbres son arroyuelos de
alegría. Dicen que nuestras manos , al unísono, desean la paz. Y la tregua
viene. Viene con sus ojos azules, con sus ojos verdes, con sus ojos negros a
vestir la gelidez de un hechizo que nos hacía herméticas masas corpóreas en el
vacío. Y tenemos ganas de soñar despiertos. Y tenemos ganas de brincar donde la
hierba danza con la brisa. Y tenemos ganas de abrazar los rostros cargados de
sombras. Y tenemos la esperanza hilando manantiales de quietud. Y bebo de ti. Y
bebes de mí. Y aquí estás cuando el día se turbia y los labios besan otros
labios incondicionalmente. Dicen que llega la primavera….Y nos esforzamos por
ser habito de pisadas que concluyan en una cima donde alas libres acarician
nuestros párpados. Y , aquí despiertos, con el tiempo olisqueando nuestras cosquillas,
nuestro ánimo. Y tenemos que caminar en el fuego de pañuelos blancos.
jueves, marzo 14, 2024
domingo, marzo 10, 2024
TODAVÍA
Racimos de astros
Noche templada
La sibilina pieza de las miradas
El auge de los cabellos al viento…al viento
Tu beso
Mi dejadez
Tu despedida
Todavía, las batallas de la tierra
Todavía, el sudor de nuestros hombros
Todavía, el silencio de nuestras manos
Todavía, el llanto de las pardelas.
Rasgueo de una luna
La huida
Los sentidos de las raíces en el temblor
El encuentro de playas vacías
Tu beso
Mi dejadez
La despedida
Todavía, la sed de los vientres
Todavía, el agotamiento de nuestras espaldas
Todavía, la memoria utópica
Todavía, el llanto de las pardelas.
Tu beso
Mi dejadez
La despedida.
sábado, marzo 09, 2024
ECOS
Ecos. El derrumbe de una tarde de
invierno. Cansancio. El nutrir de un nocturno que con la sutileza de una balada
lejana se asienta en los sentidos. El instante. Lo efímero. El resurgir de
palabras que son refugio del deseo. Palabras silenciosas, frágiles, presentes
en el circular por las vías del cosmos, de las enamoradas , de los enamorados
del amor imperfecto. Una plaza vacía, las hojas invisibles, el chasquido de un
viento gélido y la presencia de su sombra, de unos ojos inclusivos en mis
ojos. No callamos, conversamos en un
lenguaje ajeno al entendimiento de otros. Ecos. El derrumbe de una tarde de invierno.
La nota musicada de un pedazo de mi , de ti. Es el tiempo. Es la hora. El dormitar
de la herencia de los sueños. Aquí. Ahora. Tu y yo…yo y tú en el auge de las
emociones. Nueve de marzo del dos mil veinticuatro, retornamos a la casa, una
lluvia fina nos alumbra. Cruzamos la frontera y el beso se hace presente en este
instante, en un efímero deseo sumergido en lo hondo del placer. Llega la noche,
una noche fría. Paseamos donde las miradas se despiden, donde los cetáceos
cantan.
miércoles, marzo 06, 2024
LA MUJER DE OJOS VERDES...
Buenos días, dijo la mujer de
ojos verdes al invierno cuando en el alba una llovizna liviana empapaba su traje.
Buenos días, dijo el día a la mujer de ojos verdes cuando la débil lluvia se
difuminaba en la nada. Buenos días, dijo la mujer de ojos verdes cuando calada
por el frío comenzaba una danza con el brío de un sol que venia…que venía a
secar las lágrimas de la tierra. Buenos días, dijo el sol a la mujer de ojos
verdes en sus pasos insonoros ante una urbe muerta por el agotamiento. Buenos
días, dijo el día con todo su temperamento a la mujer de ojos verdes, una mujer
de ojos verdes que no se detenía en su danza con los primeros rayos de ese
maestro de la calidez que en sus carnes ahora penetraba. Buenos días, dijo la
mujer de ojos verdes al oleaje apresurado por un mar de fondo donde las
caracolas cantaban a las ballenas apagadas de un mes de marzo. Buenos días, dijeron
las olas a la mujer de ojos verdes cuando se encontraron en la desnudez de sus
vientres. Buenos días y el oleaje expulso a la mujer de ojos verdes de la
derrota, de la pena, de la prisión de su vida. Buenos días, dijo la mujer de
ojos verdes en una nota cantarina mientras danzaba al son de los filigranas
solares en donde se observaba la belleza de cada uno de sus movimientos. Movimientos
repetitivos, en espiral como las gaviotas en su vuelo en el horizonte. Y la
mujer de ojos verdes regresó bajo su techo. Y la mujer de ojos verdes se sentó.
Y la mujer de ojos verdes se quitó la ropa. Y la mujer de ojos verdes se tomó
un café. Y la mujer de ojos verdes se adormeció en el tintineo de la jornada. Y
la mujer de ojos verdes soñó. Buenos días , le dijo el sueño a la mujer de ojos
verdes. Y la esperanza la sonrió, le dio un respiro por un día más.