martes, marzo 26, 2024

TRAGALUNAS


Y  Tragalunas miraba la luna, la blanca luna, en una noche de marzo cuando la primavera era obertura de la sinfonía de las flores. Y Tragalunas en la orilla miraba su barca. Y Tragalunas se embarcaba en el infinito de las estrellas, miraba el océano como padre de su condición y admiraba las ballenas como canto a su razón. Y Tragalunas no tenia ganas de trabajar, de pescar para su vida diaria. Tragalunas observaba fijamente el cosmos, esa vía láctea enredada en sus ojos claros. Su frente era seña de la sal  y algas. Su canto se condicionaba al canto apenado de los cetáceos. Si, Tragalunas estaba triste aunque la mar lo amaba, lo quería como parte de ella.  Su vieja barca danzaba al son de la marea, esa marea respetada en un mutuo acuerdo en el ayer. Y Tragalunas por momentos se sentía feliz. Una felicidad ausente en otros. Su contemplación, su amor por el océano lo conquistaba. Pero la desdicha también se arrinconaba en él. Estaba solo en una sociedad donde el refugio de la tecnología y las prisas lo dejaban invisible. No, su labor no era valorada. No más que un simple pescador. Un simple marinero de madrugadas gélidas. Había entregado su entereza al mar y por ella suspiraba. Y hoy mitigando su profundo firmamento complacido se mostraba dichoso pero a la vez un llanto reventaba su estómago, estaba solo. Tragalunas en las corrientes del aislamiento es voz del silencio de sus manos, gruesas, trabajadoras, deformadas en el paso de las estaciones. Y Tragalunas saludó a una pardela que se poso en su barca, ya conocida durante en el transcurso de la oscuridad, de las noches donde Tragalunas salía con su barca a pescar. Se miraron fijamente. Una comunicación se enervo en el sentido del callar cuyo significado implicaba la calma de estos dos seres. Supo de la cura de esta sociedad. Supo que el amor nunca le llegaría. Supo que su vida era prodigiosa. Supo de su pasión por ese destierro donde las ballenas cantan. Supo del sufrimiento que cruzan ese mar al encuentro de la esperanza, de la paz. Supo que el era parte de él y no le importaba. Un hombre donde la profundidad de su voz resonaban las caracolas. 

jueves, marzo 21, 2024

DICEN...

 


Dicen que llega la primavera. Dicen que los cuerpos despiertan de un dormitar en los sueños. Dicen que el querer conversa con las estrellas. Dicen que las cumbres son arroyuelos de alegría. Dicen que nuestras manos , al unísono, desean la paz. Y la tregua viene. Viene con sus ojos azules, con sus ojos verdes, con sus ojos negros a vestir la gelidez de un hechizo que nos hacía herméticas masas corpóreas en el vacío. Y tenemos ganas de soñar despiertos. Y tenemos ganas de brincar donde la hierba danza con la brisa. Y tenemos ganas de abrazar los rostros cargados de sombras. Y tenemos la esperanza hilando manantiales de quietud. Y bebo de ti. Y bebes de mí. Y aquí estás cuando el día se turbia y los labios besan otros labios incondicionalmente. Dicen que llega la primavera….Y nos esforzamos por ser habito de pisadas que concluyan en una cima donde alas libres acarician nuestros párpados. Y , aquí despiertos, con el tiempo olisqueando nuestras cosquillas, nuestro ánimo. Y tenemos que caminar en el fuego de pañuelos blancos.

domingo, marzo 10, 2024

TODAVÍA

 






Racimos de astros

Noche templada

La sibilina pieza de las miradas

El auge de los cabellos al viento…al viento

Tu beso

Mi dejadez

Tu despedida

Todavía, las batallas de la tierra

Todavía, el sudor de nuestros hombros

Todavía, el silencio de nuestras manos

Todavía, el llanto de las pardelas.

Rasgueo de una luna

La huida

Los sentidos de las raíces en el temblor

El encuentro de playas vacías

Tu beso

Mi dejadez

La despedida

Todavía, la sed de los vientres

Todavía, el agotamiento de nuestras espaldas

Todavía, la memoria utópica

Todavía, el llanto de las pardelas.

Tu beso

Mi dejadez

La despedida.


sábado, marzo 09, 2024

ECOS

Ecos. El derrumbe de una tarde de invierno. Cansancio. El nutrir de un nocturno que con la sutileza de una balada lejana se asienta en los sentidos. El instante. Lo efímero. El resurgir de palabras que son refugio del deseo. Palabras silenciosas, frágiles, presentes en el circular por las vías del cosmos, de las enamoradas , de los enamorados del amor imperfecto. Una plaza vacía, las hojas invisibles, el chasquido de un viento gélido y la presencia de su sombra, de unos ojos inclusivos en mis ojos.  No callamos, conversamos en un lenguaje ajeno al entendimiento de otros. Ecos. El derrumbe de una tarde de invierno. La nota musicada de un pedazo de mi , de ti. Es el tiempo. Es la hora. El dormitar de la herencia de los sueños. Aquí. Ahora. Tu y yo…yo y tú en el auge de las emociones. Nueve de marzo del dos mil veinticuatro, retornamos a la casa, una lluvia fina nos alumbra. Cruzamos la frontera y el beso se hace presente en este instante, en un efímero deseo sumergido en lo hondo del placer. Llega la noche, una noche fría. Paseamos donde las miradas se despiden, donde los cetáceos cantan.


 

miércoles, marzo 06, 2024

LA MUJER DE OJOS VERDES...

 


Buenos días, dijo la mujer de ojos verdes al invierno cuando en el alba una llovizna liviana empapaba su traje. Buenos días, dijo el día a la mujer de ojos verdes cuando la débil lluvia se difuminaba en la nada. Buenos días, dijo la mujer de ojos verdes cuando calada por el frío comenzaba una danza con el brío de un sol que venia…que venía a secar las lágrimas de la tierra. Buenos días, dijo el sol a la mujer de ojos verdes en sus pasos insonoros ante una urbe muerta por el agotamiento. Buenos días, dijo el día con todo su temperamento a la mujer de ojos verdes, una mujer de ojos verdes que no se detenía en su danza con los primeros rayos de ese maestro de la calidez que en sus carnes ahora penetraba. Buenos días, dijo la mujer de ojos verdes al oleaje apresurado por un mar de fondo donde las caracolas cantaban a las ballenas apagadas de un mes de marzo. Buenos días, dijeron las olas a la mujer de ojos verdes cuando se encontraron en la desnudez de sus vientres. Buenos días y el oleaje expulso a la mujer de ojos verdes de la derrota, de la pena, de la prisión de su vida. Buenos días, dijo la mujer de ojos verdes en una nota cantarina mientras danzaba al son de los filigranas solares en donde se observaba la belleza de cada uno de sus movimientos. Movimientos repetitivos, en espiral como las gaviotas en su vuelo en el horizonte. Y la mujer de ojos verdes regresó bajo su techo. Y la mujer de ojos verdes se sentó. Y la mujer de ojos verdes se quitó la ropa. Y la mujer de ojos verdes se tomó un café. Y la mujer de ojos verdes se adormeció en el tintineo de la jornada. Y la mujer de ojos verdes soñó. Buenos días , le dijo el sueño a la mujer de ojos verdes. Y la esperanza la sonrió, le dio un respiro por un día más.